sábado, 18 de febrero de 2012

ilustraciones para el "libro de los seres imaginarios " (J.L.Borges)


Estas obras fueron concebidas junto al curador Carlos M. Lopez Ramos para una muestra en junio de 1996, en el marco de la conmemoración del 10º aniversario del fallecimiento de J.L.Borges. Las ilustraciones tienen por propósito visualizar metafóricamente un instante en la descripción que realiza Borges de aquellos míticos y misteriosos seres imaginarios. La misma se realizó  en el Foyer del Teatro Auditorium de Mar del Plata.
Son dibujos y pinturas de técnicas mixtas, sobre papel para acuarela de alto gramaje con medidas de 25 x 25 cm.







EL CATOBLEPAS
Plinio (VIII, 32) cuenta que en los confines de Etiopía, no lejos de las fuentes del Nilo, habita el Catoblepas. "Fiera de tamaño mediano y de andar perezoso. La cabeza es notablemente pesada y al animal le da mucho trabajo llevarla; siempre se inclina hacia la tierra. Si no fuera por esta circunstancia, el Catoblepas acabaría con el género humano, porque todo hombre que le ve los ojos, cae muerto".
Catoblepas, en griego, quiere decir "que mira hacia abajo". Cuvier ha sugerido que el "gnu" (contaminado por el basilisco y por las gorgonas) inspiró a los antiguos el Catoblepas. En el final de la Tentación de San Antonio se lee:
"El Catoblepas, búfalo negro, con una cabeza de cerdo que cae hasta el suelo, unida a las espaldas por un cuello delgado, largo y flojo como un intestino vaciado. Está aplastado en el fango, y sus patas desaparecen bajo la enorme melena de pelos duros que le cubren la cara. - Grueso, melancólico, hosco, no hago otra cosa que sentir bajo el vientre el calor del fango. Mi cráneo es tan pesado que me es imposible llevarlo. Lo enrollo alrededor de mí, lentamente; y,
con las mandíbulas entreabiertas, arranco con la lengua las hierbas venenosas humedecidas por mi aliento. Una vez, me devoré las patas sin advertirlo. -Nadie, Antonio, ha visto mis ojos, o quienes los vieron han muerto. Si levantara mis párpados rosados e hinchados te morirías enseguida".






EL BASILISCO
En el curso de las edades, el Basilisco se modifica hacia la fealdad y el horror y ahora se lo
olvida. Su nombre significa "pequeño rey"; para Plinio el Antiguo (VIII, 33), el Basilisco era
una serpiente que en la cabeza tenía una mancha clara en forma de corona. A partir de la
Edad Media, es un gallo cuadrúpedo y coronado, de plumaje amarillo, con grandes alas
espinosas y cola de serpiente que puede terminar en un garfio o en otra cabeza de gallo. El
cambio de la imagen se refleja en un cambio de nombre; Chaucer, en el siglo XIV, habla del
"basilicock". Uno de los grabados que ilustran la Historia Natural de las Serpientes y Dragones
de Aldrovandi le atribuye escamas, no plumas, y la posesión de ocho patas. [Ocho patas tiene,
según la Edda Menor, el caballo de Odín.]
Lo que no cambia es la virtud mortífera de su mirada. Los ojos de las gorgonas petrificaban;
Lucano refiere que de la sangre de una de ellas, Medusa, nacieron todas las serpientes de
Libia: el Áspid, la Anfisbena, el Amódite, el Basilisco. El pasaje está en el libro noveno de la
Farsalia; Jáuregui lo traslada así al español:
El vuelo a Libia dirigió Perseo,
Donde jamás verdor se engendra o vive;
Instila allí su sangre el rostro feo,
Y en funestas arenas muerte escribe;
Presto el llovido humor logra su empleo
En el cálido seno, pues concibe
Todas sierpes, y adúltera se extraña
De ponzoñas preñadas la campaña...
La sangre de Medusa, pues en este
Sitio produjo al Basilisco armado
En lengua y ojos de insanable peste,
Aun de las sierpes mismas recelado:
Allí se jacta de tirano agreste,
Lejos hiere en ofensas duplicado,
Pues con el silbo y el mirar temido
Lleva muerte a la vista y al oído.

El Basilisco reside en el desierto; mejor dicho, crea el desierto. A sus pies caen muertos los pájaros y se pudren los frutos; el agua de los ríos en que se abreva queda envenenada
durante siglos. Que su mirada rompe las piedras y quema el pasto ha sido certificado por
Plinio. El olor de la comadreja lo mata; en la Edad Media, se dijo que el canto del gallo. Los viajeros experimentados se proveían de gallos para atravesar comarcas desconocidas. Otra arma era un espejo; al Basilisco lo fulmina su propia imagen.
Los enciclopedistas cristianos rechazaron las fábulas mitológicas de la Farsalia y pretendieron una explicación racional del origen del Basilisco. (Estaban obligados a creer en él, porque la Vulgata traduce por "basilisco" la voz hebrea Tsepha, nombre de un reptil venenoso.) La hipótesis que logró más favor fue la de un huevo contrahecho y deforme, puesto por un gallo e incubado por una serpiente o un sapo. En el siglo XVI, Sir Thomas Browne la declaró tan monstruosa como la generación del Basilisco Por aquellos años, Quevedo escribió su romance
El Basilisco, en el que se lee:
Si está vivo quien te vio,
Toda tu historia es mentira,
Pues si no murió, te ignora,
Y si murió no lo afirma.




EL BORAMETZ
El cordero vegetal de Tartaria, también llamado Borametz y "Polypodium Borametz", y "polipodio chino", es una planta cuya forma es la de un cordero, cubierta de pelusa dorada. Se eleva sobre cuatro o cinco raíces; las plantas mueren a su alrededor y ella se mantiene lozana; cuando la cortan sale un jugo sangriento.
Los lobos se deleitan en devorarla. Sir Thomas Browne la describe en el tercer libro de la obra Pseudodoxia Epidemica (Londres, 1646). En otros monstruos se combinan especies o géneros animales; en el Borametz, el reino vegetal y el reino animal.

Recordemos a este propósito la mandrágora, que grita como un hombre cuando la arrancan, y
la triste selva de los suicidas, en uno de los círculos del Infierno, de cuyos troncos lastimados brotan a un tiempo sangre y palabras, y aquel árbol soñado por Chesterton, que devoró los pájaros que habían anidado en sus ramas y que, en la primavera, dio plumas en lugar de hojas.









EL CANCERBERO
Si el Infierno es una casa, la casa de Hades, es natural que un perro la guarde; también es natural que a ese perro lo imaginen atroz. La Teogonía de Hesíodo le atribuye cincuenta cabezas; para mayor comodidad de las artes plásticas, este número ha sido rebajado y las tres cabezas del Cancerbero son del dominio público. Virgilio menciona sus tres gargantas; Ovidio, su triple ladrido; Butler compara las tres coronas de la tiara del Papa, que es portero del Cielo, con las tres cabezas del perro que es portero de los Infiernos (Hudibras, IV, 2).
Dante le presta caracteres humanos que agravan su índole infernal: barba mugrienta y negra, manos uñosas que desgarran, entre la lluvia, las almas de los réprobos. Muerde, ladra y muestra los dientes.
Sacar el Cancerbero a la luz del día fue el último de los trabajos de Hércules. Un escritor inglés del siglo XVIII, Zachary Grey, interpreta así la aventura:
"Este Perro con Tres Cabezas denota el pasado, el presente y el porvenir, que reciben y como quien dice, devoran todas las cosas. Que fuera vencido por Hércules prueba que las Acciones heroicas son victoriosas sobre el Tiempo y subsisten en la Memoria de la Posteridad".
Según los textos más antiguos, el Cancerbero saluda con el rabo (que es una serpiente) a los que entran en el Infierno, y devora a los que procuran salir. Una tradición posterior lo hace morder a los que llegan; para apaciguarlo era costumbre poner en el ataúd un pastel de miel.

En la mitología escandinava, un perro ensangrentado, Garmr, guarda la casa de los muertos y batallará con los dioses, cuando los lobos infernales devoren la luna y el sol. Algunos le atribuyen cuatro ojos; cuatro ojos tienen también los perros de Yama, dios brahmánico de la muerte.
El brahmanismo y el budismo ofrecen infiernos de perros, que, a semejanza del Cerbero dantesco, son verdugos de las almas.








EL CIEN CABEZAS
El Cien Cabezas es un pez creado por el karma de unas palabras, por su póstuma repercusión en el tiempo. Una de las biografías chinas del Buda refiere que éste se encontró con unos pescadores, que tironeaban de una red. Al cabo de infinitos esfuerzos, sacaron a la orilla un enorme pez, con una cabeza de mono, otra de perro, otra de caballo, otra de zorro, otra de cerdo, otra de tigre, y así hasta el número cien. El Buda le preguntó:
- ¿No eres Kapila?
- Soy Kapila -respondieron las Cien Cabezas antes de morir.
El Buda explicó a los discípulos que en una encarnación anterior, Kapila era un brahmán que se había hecho monje y que a todos había superado en la inteligencia de los textos sagrados.
A veces, los compañeros se equivocaban y Kapila les decía "cabeza de mono", "cabeza de perro", etcétera. Cuando murió, el karma de esas invectivas acumuladas lo hizo renacer monstruo acuático, agobiado por todas las cabezas que había dado a sus compañeros.




EL DRAGÓN
El Dragón posee la capacidad de asumir muchas formas, pero éstas son inescrutables. En general lo imaginan con cabeza de caballo, cola de serpiente, grandes alas laterales y cuatro garras, cada una provista de cuatro uñas. Se habla asimismo de sus nueve semblanzas: sus cuernos se asemejan a los de un ciervo, su cabeza a la del camello, sus ojos a los de un demonio, su cuello al de la serpiente, su vientre al de un molusco, sus escamas a las de un pez, sus garras a las del águila, las plantas de sus pies a las del tigre, y sus orejas a las del buey. Hay ejemplares a quienes les faltan orejas y que oyen por los cuernos. Es habitual representarlo con una perla, que pende de su cuello y es emblema del sol. En esa perla está su poder. Es inofensivo si se la quitan.
La historia le atribuye la paternidad de los primeros emperadores. Sus huesos, dientes y saliva gozan de virtudes medicinales. Puede, según su voluntad, ser visible a los hombres o invisible.
En la primavera sube a los cielos; en el otoño se sumerge en la profundidad de las aguas.
Algunos carecen de alas y vuelan con ímpetu propio. La ciencia distingue diversos géneros.
El Dragón Celestial lleva en el lomo los palacios de las divinidades e impide que éstos caigan sobre la tierra; el Dragón Divino produce los vientos y las lluvias, para bien de la humanidad; el Dragón Terrestre determina el curso de los arroyos y de los ríos; el Dragón Subterráneo cuida los tesoros vedados a los hombres. Los budistas afirman que los Dragones no abundan menos que los peces de sus muchos mares concéntricos; en alguna parte del universo existe
una cifra sagrada para expresar su número exacto. El pueblo chino cree en los Dragones más que en otras deidades, porque los ve con tanta frecuencia en las cambiantes nubes.
Paralelamente, Shakespeare había observado que hay nubes con forma de Dragón (sometimes we see a cloud that's dragonish).
El Dragón rige las montañas, se vincula a la geomancia, mora cerca de los sepulcros, está asociado al culto de Confucio, es el Neptuno de los mares y aparece en tierra firme. Los reyes de los Dragones del Mar habitan resplandecientes palacios bajo las aguas y se alimentan de ópalos y de perlas. Hay cinco de esos reyes: el principal está en el centro, los otros cuatro corresponden a los puntos cardinales. Tienen una legua de largo; al cambiar de postura hacen chocar a las montañas. Están revestidos de una armadura de escamas amarillas. Bajo el hocico tienen una barba; las piernas y la cola son velludas. La frente se proyecta sobre los ojos Llameantes, las orejas son pequeñas y gruesas, la boca siempre abierta, la lengua larga y los dientes afilados. El aliento hierve a los peces, las exhalaciones del cuerpo los asa. Cuando suben a la superficie de los océanos producen remolinos y tifones; cuando vuelan por los aires causan tormentas que destechan las casas de las ciudades y que inundan los campos. Son inmortales y pueden comunicarse entre sí a pesar de las distancias que los separan y sin necesidad de palabras. En el tercer mes hacen su informe anual a los cielos superiores.




                                                   El Gillygaloo

El Gillygaloo anidaba en las escarpadas laderas de la famosa Pyramid Forty. Ponía huevos cuadrados para que no rodaran y se perdieran. Los leñadores cocían estos huevos y los usaban como dados. 





EL MIRMECOLEÓN
Un animal inconcebible es el Mirmecoleón, definido así por Flaubert: "León por delante, hormiga por detrás, y con las pudendas al revés". La historia de este monstruo es curiosa. En las Escrituras (Job, IV, 11) se lee: "El viejo león perece por falta de presa".
El texto hebreo trae "Iayish" por "león"; esta palabra anómala parecía exigir una traducción que también fuese anómala; los Setenta recordaron un león arábigo que Eliano y Estrabón llaman "myrmex" y forjaron la palabra "mirmecoleón".
Al cabo de unos siglos, esta derivación se perdió. Myrmex, en griego, vale por "hormiga"; de las palabras enigmáticas "El león-hormiga perece por falta de presa" salió una fantasía que los bestiarios medievales multiplicaron:
"El fisiólogo trata del león-hormiga; el padre tiene forma de león, la madre de hormiga; el padre se alimenta de carne, y la madre de hierbas. Y éstos engendran el león-hormiga, que es mezcla de los dos y que se parece a los dos porque la parte delantera es de león, la trasera de hormiga. Así conformado, no puede comer carne, como el padre, ni hierbas, como la madre;por consiguiente, muere".




EL MONO DE LA TINTA
"Este animal abunda en las regiones del norte y tiene cuatro o cinco pulgadas de largo: está dotado de un instinto curioso; los ojos son como cornalinas, y el pelo es negro azabache, sedoso y flexible, suave como una almohada. Es muy aficionado a la tinta china, y cuando las personas escriben, se sienta con una mano sobre la otra y las piernas cruzadas esperando que hayan concluido y se bebe el sobrante de la tinta. Después vuelve a sentarse en cuclillas, y se queda tranquilo". WANG TA-HAI (1791)





EL NESNÁS
Entre los monstruos de la Tentación figuran los Nesnás, que "sólo tienen un ojo, una mejilla, una mano, una pierna, medio cuerpo y medio corazón". Un comentador. Jean-Claude Margolin, escribe que los ha forjado Flaubert, pero el primer volumen de Las Mi! v Una Noches de Lane (1839) los atribuye al comercio de los hombres con los demonios. El Nesnás -así describe Lane la palabra- es "la mitad de un ser humano: tiene media cabeza, medio cuerpo, un brazo v una pierna; brinca con suma agilidad" y habita en las soledades del Hadramaut y del Yemen. Es capaz de lenguaje articulado; algunos tienen la cara en el pecho, como los Blemies, y cola semejante a la de la oveja: su carne es dulce y muy buscada. Una variedad de Nesnás con alas de murciélago abunda en la isla de Raij (acaso Borneo), en los confines de China; "pero -añade el incrédulo expositor- Alá sabe todo".





ODRADEK
"Unos derivan del eslavo la palabra "odradek" y quieren explicar su formación mediante ese origen. Otros la derivan del alemán y sólo admiten una influencia del eslavo. La incertidumbre de ambas interpretaciones es la mejor prueba de que son falsas; además, ninguna de ellas nos da una explicación de la palabra.
"Naturalmente nadie perdería el tiempo en tales estudios si no existiera realmente un ser que se llama Odradek. Su aspecto es el de un huso de hilo, plano y con forma de estrella, y la verdad es que parece hecho de hilo, pero de pedazos de hilos cortados, viejos, anudados y entreverados, de distinta clase y color. No sólo es un huso; del centro de la estrella sale un palito transversal, y en este palito se articula otro en ángulo recto. Con ayuda de este último palito de un lado y uno de los rayos de la estrella del otro, el conjunto puede pararse, como si tuviera dos piernas.
"Uno estaría tentado de creer que esta estructura tuvo alguna vez una forma adecuada a una función, y que ahora está rota. Sin embargo, tal no parece ser el caso; por lo menos no hay ningún indicio en ese sentido: en ninguna parte se ven composturas o roturas; el conjunto parece inservible, pero a su manera completo. Nada más podemos decir, porque Odradek es extraordinariamente movedizo y no se deja apresar.
"Puede estar en el cielo raso, en el hueco de la escalera, en los corredores, en el zaguán. A veces pasan meses sin que uno lo vea. Se ha corrido a las casas vecinas, pero siempre vuelve a la nuestra. Muchas veces, cuando uno sale de la puerta y lo ve en el descanso de la escalera, dan ganas de hablarle.
Naturalmente no se le hacen preguntas difíciles, sino que se lo trata -su tamaño diminuto nos lleva a eso- como a un niño. "¿Cómo te llamas?", le preguntan. "Odradek", dice. "¿Y dónde vives?" "Domicilio incierto", dice y se ríe, pero es una risa sin pulmones. Suena como un susurro de hojas secas. Generalmente el diálogo acaba ahí. No siempre se consiguen esas respuestas; a veces guarda un largo silencio, como la madera, de que parece estar hecho.
"Inútilmente me pregunto qué ocurrirá con él. ¿Puede morir? Todo lo que muere ha tenido antes una meta, una especie de actividad, y así se ha gastado; esto no corresponde a Odradek. ¿Bajará la escalera arrastrando hilachas ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? No hace mal a nadie, pero la idea de que puede sobrevivirme es casi dolorosa para mí".
Franz Kafka [El título original es Die Sorge des Hausvofers (La preocupación del padre de familia).]



EL PÁJARO QUE CAUSA LA LLUVIA
Además del dragón, los agricultores chinos disponen del pájaro llamado Shang Yang para obtener la lluvia. Tiene una sola pata; en épocas antiguas los niños saltaban en un pie y fruncían las cejas afirmando: "Lloverá porque está retozando el Shang Yang". Se refiere, en
efecto, que bebe el agua de los ríos y la deja caer sobre la tierra.
Un antiguo sabio lo domesticó y solía llevarlo en la manga. Los historiadores registran que se paseó una vez ante el trono del príncipe Ch'i, agitando las alas y dando brincos. El príncipe, alarmado, envió a uno de sus ministros a la corte de Lu, para consultar a Confucio. Este predijo que el Shang Yang produciría inundaciones en la región y en las comarcas adyacentes.
Aconsejó la construcción de diques y canales. El príncipe acató las admoniciones del maestro, y evitó así grandes desastres.




EL UNICORNIO CHINO
El Unicornio Chino o K'i-lin es uno de los cuatro animales de buen agüero; los otros son el dragón, el fénix y la tortuga. El Unicornio es el primero de los animales cuadrúpedos; tiene cuerpo de ciervo, cola de buey y cascos de caballo; el cuerno que le crece en la frente está hecho de carne; el pelaje del lomo es de cinco colores entreverados; el del vientre es pardo o amarillo. No pisa el pasto verde y no hace mal a ninguna criatura. Su aparición es presagio del nacimiento de un rey virtuoso. Es de mal agüero que lo hieran o que hallen su cadáver. Mil
años es el término natural de su vida.
Cuando la madre de Confucio lo llevaba en el vientre, los espíritus de los cinco planetas le trajeron un animal "que tenía la forma de vaca, escamas de dragón y en la frente un cuerno".
Así refiere Soothill la anunciación; una variante recogida por Wilhelm dice que el animal sepresentó solo y escupió una lámina de jade en la que se leían estas palabras: "Hijo del cristal de la montaña (o de la esencia del agua), cuando haya caído la dinastía, mandarás como rey sin insignias reales".
Setenta años después, unos cazadores mataron un K'i-lin que aún guardaba en el cuerno un trozo de cinta que la madre de Confucio le ató. Confucio lo fue a ver y lloró porque sintió lo que presagiaba la muerte de ese inocente y misterioso animal y porque en la cinta estaba el pasado.
En el siglo XIII, una avanzada de la caballería de Zingis Khán, que había emprendido la invasión de la India, divisó en los desiertos un animal "semejante al ciervo, con un cuerno en la frente, pelaje verde", que les salió al encuentro y les dijo: "Ya es hora de que vuelva a su tierra vuestro señor". Uno de los ministros chinos de Zingis, consultado por él, explicó que el animal era un Chio-tuan, una variedad del K'i-lin. Cuatro inviernos hacía que el gran ejército guerreaba en las regiones occidentales; el Cielo, harto de que los hombres derramaran la sangre de los hombres, había enviado ese aviso. El emperador desistió de sus planes bélicos.
Veintidós siglos antes de la era cristiana, uno de los jueces de Shun disponía de un "chivo unicorne", que no agredía a los injustamente acusados y que topaba a los culpables.
En la Anthologie raisonnée de la littérature chinoise (1948), de Margouliés, figura este misterioso y tranquilo apólogo, obra de un prosista del siglo IX:
"Universalmente se admite que el Unicornio es un ser sobrenatural y de buen agüero; asi lo declaran las odas, los anales, las biografías de varones ilustres y otros textos cuya autoridad es indiscutible. Hasta los párvulos y las mujeres del pueblo saben que el Unicornio constituye un presagio favorable. Pero este animal no figura entre los animales domésticos, no siempre es fácil encontrarlo, no se presta a una clasificación. No es como el caballo o el toro, el lobo o el ciervo. En tales condiciones, podríamos estar frente al Unicornio y no sabríamos con seguridad que lo es. Sabemos que tal animal con crin es caballo y que tal animal con cuernos es toro. No sabemos cómo es el Unicornio".





EL SQUONK
(Lacrima corpus dissolvens)
"La zona del Squonk es muy limitada. Fuera de Pennsylvania pocas personas han oído hablar de él, aunque se dice que es bastante común en los cicutales de aquel Estado. El Squonk es muy hosco y generalmente viaja a la hora del crepúsculo. La piel, que está cubierta de verrugas y lunares, no le calza bien; los mejores jueces declaran que es el más desdichado de todos los animales. Rastrearlo es fácil, porque llora continuamente y deja una huella de lágrimas. Cuando lo acorralan y no puede huir o cuando lo sorprenden y lo asustan, se disuelve en lágrimas. Los cazadores de Squonks tienen más éxito en las noches de frío y de luna, cuando las lágrimas caen despacio y al animal no le gusta moverse; su llanto se oye bajo las ramas de los oscuros arbustos de cicuta.
"EI señor J. P. Wentling, antes de Pennsylvania y ahora establecido en St. Anthony Park, Minnesota, tuvo una triste experiencia con un Squonk cerca de Monte Alto. Había remedado el llanto del Squonk y lo había inducido a meterse en una bolsa, que llevaba a su casa, cuando de pronto el peso se aligeró y el llanto cesó. Wentling abrió la bolsa; sólo quedaban lágrimas y burbujas".
William T. Cox. Fearsome Creatures of the Lumberwoods. Washington, 1910




EL UROBOROS
Ahora el océano es un mar o un sistema de mares; para los griegos era un río circular que rodeaba la tierra. Todas las aguas fluían de él y no tenía ni desembocadura ni fuentes. Era también un dios o un titán, quizás el más antiguo, porque el Sueño, en el libro decimocuarto de la Ilíada, lo llama origen de los dioses; en la Teogonía de Hesíodo, es el padre de todos los ríos del mundo, que son tres mil, y que encabezan el Alfeo y el Nilo. Un anciano de barba caudalosa era su personificación habitual; la humanidad, al cabo de siglos, dio con un símbolo mejor.
Heráclito había dicho que en la circunferencia el principio y el fin son un solo punto. Un amuleto griego del siglo llI, conservado en el Museo Británico, nos da la imagen que mejor puede ilustrar esta infinitud: la serpiente que se muerde la cola o, como bellamente dirá Martínez Estrada, "que empieza al fin de su cola". Uroboros (el que se devora la cola) es el nombre técnico de este monstruo, que luego prodigaron los alquimistas.
Su más famosa aparición está en la cosmogonía escandinava. En la Edda Prosaica o Edda Menor, consta que Loki engendró un lobo y una serpiente. Un oráculo advirtió a los dioses que estas criaturas serían la perdición de la tierra. A1 lobo, Fenrir, lo sujetaron con una cadena forjada con seis cosas imaginarias: "el ruido de la pisada del gato, la barba de la mujer, la raíz de la roca, los tendones del oso, el aliento del pez y la saliva del pájaro". A la serpiente, Jórmungandr, "la tiraron al mar que rodea la tierra y en el mar ha crecido de tal manera que ahora también rodea la tierra y se muerde la cola".
En Jótunheim, que es la tierra de los gigantes, Utgarda-Loki desafía al dios Thor a Ievantar un gato; el dios, empleando toda su fuerza, apenas logra que una de las patas no toque el suelo; el gato es la serpiente. Thor ha sido engañado por artes mágicas.
Cuando llegue el Crepúsculo de los Dioses, Ia serpiente devorará la tierra, y el lobo, el sol.










KUYATA
Según un mito islámico, Kuyata es un gran toro dotado de cuatro mil ojos, de cuatro mil orejas, de cuatro mil narices, de cuatro mil bocas, de cuatro mil lenguas y de cuatro mil pies.
Para trasladarse de un ojo a otro o de una oreja a otra bastan quinientos años. A Kuyata lo sostiene el pez Bahamut; sobre el lomo del toro hay una roca de rubí, sobre la, roca un ángel y sobre el ángel nuestra tierra







LA ANFISBENA

La Farsalia enumera las verdaderas o imaginarias serpientes, que los soldados de Catón afrontaron en los desiertos de África; ahí están la Parca "que enhiesta como báculo camina" y el Yáculo, que viene por el aire como una flecha, y "la pesada Anfisbena, que lleva dos cabezas". Casi con iguales palabras la describe Plinio, que agrega: "como si una no le bastara para descargar su veneno". El Tesoro de Brunetto Latini -la enciclopedia que éste recomendó a su antiguo discípulo en el séptimo círculo del Infierno- es menos sentencioso y más claro: "La Anfisbena es serpiente con dos cabezas, la una en su lugar y la otra en la cola; y con las dos puede morder, y corre con ligereza, y sus ojos brillan como candelas". En el siglo XVII, Sir Thomas Browne observó que no hay animal sin abajo, arriba, delante, detrás, izquierda y derecha, y negó que pudiera existir la Anfisbena, en la que ambas extremidades son anteriores. Anfisbena, en griego, quiere decir "que va en dos direcciones". En las Antillas y en ciertas regiones de América, el nombre se aplica a un reptil que comúnmente se conoce por "doble andadora", por "serpiente de dos cabezas" y por "madre de las hormigas". Se dice que las hormigas la mantienen. También se dice que, si la cortan en dos pedazos, éstos se juntan.
Las virtudes medicinales de la Anfisbena ya fueron celebradas por Plinio.




FASTITOCALON

La Edad Media atribuyó al Espíritu Santo la composición de dos libros. El primero era, según se sabe, la Biblia; el segundo, el universo, cuyas criaturas encerraban enseñanzas inmorales.
Para explicar esto último, se compilaron los Fisiólogos o Bestiarios. De un bestiario anglosajón resumimos el texto siguiente:
"Hablaré también en este cantar de la poderosa ballena. Es peligrosa para todos los navegantes. A este nadador de las corrientes del océano le dan el nombre Fastitocalón. Su forma es la de una piedra rugosa y está como cubierta de arena; los marineros que lo ven lo toman por una isla. Amarran sus navíos de alta proa a la falsa tierra y desembarcan sin temor de peligro alguno. Acampan, encienden fuego y duermen, rendidos. El traidor se sumerge entonces en el océano; busca su hondura y deja que el navío y los hombres se ahoguen en la
sala de la muerte. También suele exhalar de su boca una dulce fragancia, que atrae a los otros peces del mar. Estos penetran en sus fauces, que se cierran y los devoran. Así el demonio nos arrastra al infierno".


LA LIEBRE LUNAR
En las manchas lunares, los ingleses creen descifrar la forma de un hombre; dos o tres referencias al "hombre de la luna", al "man in the moon", hay en el Sueño de una noche de verano. Shakespeare menciona su haz de espinas o maleza de espinas; ya alguno de los versos finales del canto vigésimo del Infierno habla de Caín y de las espinas. El comentario de Tommaso Casini recuerda a este propósito la fábula toscana de que el Señor dio a Caín la luna por cárcel y lo condenó a cargar un haz de espinas hasta el fin de los tiempos. Otros, en la
luna, ven la Sagrada Familia, y así Lugones pudo escribir en su Lunario sentimental:
Y está todo: la Virgen con el niño; al flanco, San José (algunos tienen la buena fortuna de ver su vara); y el buen burrito blanco
Trota que trota los campos de la luna.
Los chinos, en cambio, hablan de la Liebre Lunar. El Buda, en una de sus vidas anteriores, padeció hambre; para alimentarlo, una Liebre se arrojó al fuego. El Buda, como recompensa, envió su alma a la luna. Ahí, bajo una acacia, la Liebre tritura en un mortero mágico las drogas que integran el elixir de la inmortalidad. En el habla popular de ciertas regiones, esta Liebre se llama "el doctor", o "liebre preciosa", o "liebre de jade".
De la liebre común se cree que vive hasta los mil años y que encanece al envejecer.









LA PELUDA
A orillas del Huisne, arroyo de apariencia tranquila, merodeaba durante la Edad Media la Peluda (la velue). Este animal habría sobrevivido el Diluvio, sin haber sido recogido en el arca.
Era del tamaño de un toro; tenía cabeza de serpiente, un cuerpo esférico cubierto de pelaje verde, armado de aguijones cuya picadura era mortal. Las patas eran anchísimas, semejantes a las de la tortuga; con la cola, en forma de serpiente, podía matar a las personas y a los animales. Cuando se encolerizaba, lanzaba llamas que destruían las cosechas. De noche, saqueaba los establos. Cuando los campesinos la perseguían, se escondía en las aguas del Huisne, que hacía desbordar, inundando toda la zona.
Prefería devorar los seres inocentes, las doncellas y los niños. Elegía a la doncella más virtuosa, a la que llamaban la Corderita (l'agnelle). Un día, arrebató a una Corderita y la arrastró desgarrada y ensangrentada al lecho del Huisne. El novio de la víctima cortó con una espada la cola de la Peluda, que era su único lugar vulnerable. El monstruo murió inmediatamente. Lo embalsamaron y festejaron su muerte con tambores, con pífanos y danzas.









LAS NORNAS

En la mitología medieval de los escandinavos, las nornas son las parcas. Snorri 
Sturluson, que, a principios del siglo XIII, ordenó esa dispersa mitología, nos dice que las principales son tres y que sus nombres son Pasado, Presente y Porvenir. Es verosímil sospechar que la última circunstancia es un refinamiento, o adición, de naturaleza teológica; los antiguos germanos no eran propensos a tales abstracciones. Snorri nos  enseña tres doncellas junto a una fuente, al pie del árbol, Iggdrasill, que es el mundo. 
Urden inexorables nuestra suerte. 
El tiempo (de lo que están hechas) las fue olvidando, pero hacia 1606 William 
Shakespeare escribió la tragedia de Macbeth, en cuya primera escena aparecen. Son las tres brujas que predicen a los guerreros el destino que los aguarda. Shakespeare las llama las weird sisters, las hermanas fatales, las parcas. Wyrd, entre los anglosajones era la divinidad silenciosa que preside sobre los inmortales y los mortales. 








LOS SÁTIROS

Así los griegos los llamaron; en Roma les dieron el nombre de Faunos, de Panes y de Silvanos.
De la cintura para abajo eran cabras; el cuerpo, los brazos y el rostro eran humanos y velludos. Tenían cuernecitos en la frente, orejas puntiagudas y la nariz encorvada. Eran lascivos y borrachos. Acompañaron al dios Baco en su alegre conquista del Indostán. Tendían emboscadas a las Ninfas; los deleitaba la danza y tocaban diestramente la flauta. Los campesinos los veneraban y les ofrecían las primicias de las cosechas. También les sacrificaban corderos.
Un ejemplar de esas divinidades menores fue apresado en una cueva de Tesalia por los legionarios de Sila, que lo trajeron a su jefe. Emitía sonidos inarticulados y era tan repulsivo que Sila inmediatamente ordenó que lo restituyeran a las montañas.
El recuerdo de los Sátiros influyó en la imagen medieval de los diablos.





LOS GNOMOS

Son más antiguos que su nombre, que es griego, pero que los clásicos ignoraron, porque data del siglo XV. Los etimólogos lo atribuyen al alquimista suizo Paracelso, en cuyos libros aparece por vez primera.
Son duendes de la tierra y de las montañas. La imaginación popular los ve como enanos barbudos, de rasgos toscos y grotescos; usan ropa ajustada de color pardo y capuchas monásticas. A semejanza de los grifos de la superstición helénica y oriental, y de los dragones germánicos, tienen la misión de custodiar tesoros ocultos.
Gnosis, en griego, es "conocimiento"; se ha conjeturado que Paracelso inventó la palabra "gnomo", porque éstos conocían y podían revelar a los hombres el preciso lugar en que los metales estaban escondidos.









LOS MONÓCULOS
Antes de ser nombre de un instrumento, la palabra "monóculo" se aplicó a quienes tenían un solo ojo. Así, en un soneto redactado a principios del siglo XVII, Góngora pudo hablar del "Monóculo galán de Galatea". Se refería, claro está, a Polifemo, de quien antes dijo en la Fábula:
Un monte era de miembros eminente 
Este que, de Neptuno hijo fiero,
De un ojo ilustre el orbe de su frente,
Émulo casi del mayor lucero;
Cíclope a quien el pino más valiente
Bastón le obedecía tan ligero,
Y al grave peso junco tan delgado,
Que un día era bastón y otro, caiado.
Negro el cabello, imitador undoso
De las obscuras aguas del Leteo,
Al viento que le peina proceloso
Vuela sin orden, pende sin aseo;
Un torrente es su barba impetuoso
Que, adusto hijo de este Pirineo,
Su pecho inunda, o tarde o mal o en vano
Surcada aún de los dedos de su mano...
Estos versos exageran y debilitan a otros del tercer libro de la Eneida (alabados por Quintiliano) que a su vez exageran y debilitan a otros del noveno libro de la Odisea. Esta declinación literaria corresponde a una declinación de la fe poética; Virgilio quiere impresionar con su Polifemo, pero apenas cree en él, y Góngora sólo cree en lo verbal o en los artificios verbales.
La nación de los Cíclopes no era la única que tenía un solo ojo; Plinio (VII, 2) también hace mención de los Arimaspos:
"Nombres notables por tener sólo un ojo, y éste en la mitad de la frente. Viven en perpetua guerra con los Grifos, especie de monstruos alados, para arrebatarles el oro que éstos extraen de las entrañas de la tierra y que defienden con no menos codicia que la que ponen los Arimaspos en despojarlos".
Quinientos años antes, el primer enciclopedista, Herodoto de Halicarnaso, había escrito (III, 116):
"Por el lado del norte, parece que hay en Europa copiosísima abundancia de oro, pero no sabré decir dónde se halla ni de dónde se extrae. Cuéntase que lo roban a los Grifos los monóculos Arimaspos; pero es harto grosera la fábula para que pueda creerse que existan en el mundo hombres que tienen un solo ojo en la cara y son en lo restante como los demás"







LOS TIGRES DEL ANNAM

Para los annamitas, tigres o genios personificados por tigres rigen los rumbos del espacio.

El Tigre Rojo preside el sur (que está en lo alto de los mapas); le corresponden el estío y el fuego.

El Tigre Negro preside el norte; le corresponden el invierno y el agua.

El Tigre Azul preside el oriente; le corresponden la primavera y las plantas.

El Tigre Blanco preside el occidente; le corresponden el otoño y los metales.

Sobre estos Tigres Cardinales hay otro Tigre, el Tigre Amarillo, que gobierna a los otros y está en el centro, como él Emperador está en el centro de China y China está en el centro del mundo. (Por eso la llaman el Imperio Central; por eso, ocupa el centro del mapamundi que el P. Ricci, de la Compañía de Jesús, trazó a fines del siglo XVl para instruir a los chinos.)
Lao Tse ha encomendado a los Cinco Tigres la misión de guerrear contra los demonios. Una plegaria annamita, vertida al francés por Louis Cho Chod, implora con devoción el socorro de sus incontenibles ejércitos. Esta superstición es de origen chino; los sinólogos hablan de un Tigre Blanco, que preside la remota región de las estrellas occidentales. En el sur, los chinos
ubican un Pájaro Rojo; en el oriente, un Dragón Azul; en el norte, una Tortuga negra. Como se ve, los annamitas han conservado los colores, pero han unificado los animales.
Los Bhils, pueblo del centro del Indostán, creen en infiernos para Tigres; los malayos saben de una ciudad en el corazón de la jungla, con vigas de huesos humanos, con muros de pieles humanas, con aleros de cabelleras humanas, construida y habitada por Tigres.




TALOS
Los seres vivos hechos de metal o de piedra integran una especie alarmante de la zoología fantástica. Recordemos los airados toros de bronce que respiraban fuego y que Jasón, por obra de las artes mágicas de Medea, logró uncir al arado; la estatua psicológica de Condillac, de mármol sensible; el barquero de cobre, con una lámina de plomo en el pecho, en la que se leían nombres y talismanes, que rescató y abandonó, en Las Mil y Una Noches, al tercer mendigo hijo de rey, cuando éste hubo derribado al jinete de la Montaña del Imán; las muchachas "de suave plata y de furioso oro" que una diosa de la mitología de William Blake apresó para un hombre, en redes de seda; las aves de metal que fueron nodrizas de Ares; y Talos, el guardián de la isla de Creta.
[NOTA: A la serie podemos agregar un animal de tiro: el rápido jabalí Guillinbursti, cuyo nombre quiere decir "el de cerdas de oro", y que también se llama Slidrugtanni, "el de peligrosos colmillos". "Esta obra viva de herrería -escribe el mitólogo Paul Herrmann- salió de la fragua de los habilidosos enanos; éstos arrojaron al fuego una piel de cerdo y sacaron un jabalí de oro, capaz de recorrer la tierra, el agua y el aire. Por oscura que sea la noche, siempre hay bastante claridad en el sitio en que esté el jabalí". Guillinbursti tira del coche de
Freyr, dios escandinavo de la generación y de la fecundidad.]
Algunos lo declaran obra de Vulcano o de Dédalo; Apolonio de superviviente de una Raza de Bronce.
Tres veces al día daba la vuelta a la isla de Creta y arrojaba peñascos a los que pretendían desembarcar. Caldeado al rojo vivo, abrazaba a los hombres y los mataba. Sólo era vulnerable en el talón; guiados por la hechicera Medea, Cástor y Pólux, los Dióscuros, le dieron muerte.






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